“A partir del texto escrito podemos inferir algo del pensamiento humano”

Departamento de Computación de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA).



Hace cuatro años que Diego Fernández Slezak, doctor en computación e investigador asistente del CONICET, viene trabajando en un proyecto que cruza la informática con las neurociencias. Recientemente, ese estudio logró un reconocimiento internacional que distingue a jóvenes científicos de todo el mundo. Fernández Slezak y su equipo lograron que una computadora sea capaz de hallar ciertos patrones comunes al pensamiento humano con textos extraídos de Internet.

¿De qué trata el proyecto?

Básicamente de entender el cerebro desde un punto neurocientífico y en sus distintas capas, desde lo más profundo, es decir cómo funcionan las neuronas para transmitir y codificar información. Hoy, con la cantidad de dispositivos y recursos informáticos, aporta una tremenda herramienta para inspeccionar todos estos aspectos.

¿Cuándo comenzó a trabajar en el proyecto?

Con una idea que comenzamos a charlar con Mariano Sigman, neurocientífico y profesor de la UBA. Analizamos un escenario pequeño y cómodo: el ajedrez. Bajamos partidas en Internet y analizamos tomas de decisiones en un escenario muy restringido. Ahí surgieron nuestros primeros resultados de toma de decisiones en ajedrez que pueden generalizarse un poco a otros aspectos pero que están armadas sobre datos del juego. A partir de estos resultados, nos tentamos viendo que esta idea de usar lo que está pasando en los dispositivos del mundo puede servirnos para entender algunos aspectos de la mente humana, y decidimos centrarnos en el texto escrito. Nos preguntamos si a partir de ese texto escrito podíamos inferir algo de lo que está pasando en la cabeza del hombre, cualquier cosa que tengamos ganas de analizar: sentimientos, estados de ánimo, esquizofrenia, autismo.

¿Qué fue lo primero que analizaron?

Bajamos páginas de Internet e hicimos algunos análisis. El primer trabajo para testear esta hipótesis que teníamos, lo hicimos analizando una teoría del psicólogo Julián Jaynes, que escribió un libro sobre un tema denominado “bicameralidad”, una teoría que habla de las dos cámaras del cerebro, una que procesa cuestiones motoras y de acciones precisas, y la otra es más creativa, y tiene una especie de oráculo que le dispara pensamientos emergentes, y en esta pelea entre las dos cámaras del cerebro, Jaynes dice que en algún momento hubo una evolución de estas cámaras cerebrales y que empezaron a sincronizarse y a tomar decisiones en conjunto. Esta teoría es muy delirante, estamos hablando de una evolución en el ser humano hace 5 mil años, pero el planteo de Jaynes es interesante, porque dice que si esto fuera así, él podría medirlo en texto escrito, que existe hace aproximadamente 3 mil años. Entonces Jaynes comienza a analizar el texto escrito y ver si puede encontrar una traza de la evolución de la conciencia a lo largo de la literatura.

¿Qué repercusión tuvo?

Nos contactó gente de Nueva York que tenía para analizar unas entrevistas de gente que había consumido éxtasis, otros que no, otros que habían consumido metanfetaminas, y luego éxtasis en distintas dosis. La pregunta es: ¿si yo puedo medir conceptos abstractos en texto, entonces podré medir cómo cambió la forma de escribir de una persona que ingirió éxtasis contra una persona que no ingirió? El resultado es que acertamos más del 90 por ciento. A la neurociencia le interesa el efecto del éxtasis, genera una disfunción en cierta parte del cerebro y en general se observa una tendencia a una mayor empatía, aceleración, mayor verborragia, un montón de hipótesis neurocientíficas de lo que produce el éxtasis. Eso se puede medir. Una hipótesis neurocientífica tan sencilla como la metanfetamina te acelera y te hace verborrágico, la programación de eso es a través de un texto en Word contando las palabras. Hacer cosas más abstractas como medir la empatía o la propensión al amor, es el trabajo que hicimos.

¿El trabajo de investigación está resuelto?

No. Es un proyecto de investigación a 20 años. Son resultados preliminares que estimulan a pensar que herramientas cuantitativas basadas en análisis computacionales pueden servir para asesorar a un médico, y esto último creo que es muy importante. El que toma la decisión no es la computadora. Nunca una computadora va a reemplazar la decisión de, por ejemplo, internar a alguien o no. Pero si una computadora puede aportar algo al médico en los estudios que se le realiza al paciente, es positivo, y esa es la línea en la que estamos pensando la investigación. La idea final es cómo podemos convertir esto en un valor informativo para el psiquiatra, para que pueda hacer una evaluación general de un paciente con más información que la que tenía antes.